Mi
maestro de primaria era algo
especial. En la escuela tenía su mesa y alrededor de ella lo
más importante para él: la estufa y un cenicero. No paraba de fumar
si no era para levantarse y pegarle una colleja o algo más fuerte al
pobre infeliz que había hecho algo que no le parecía bien. Yo
tambien
recibí.
Antes se decía “eres más pobre que
un maestro de escuela”y era verdad. Venía al cole en bicicleta y
en invierno , para no tener frío, debajo de su pobre chaqueta
llevaba hojas de periódico.
A
mí no me gustaba, pero le obedecía porque
sino.....manotazo!!.
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