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lunes, 13 de abril de 2015

Práctico

Cuento.
Había contratado a un carpintero para ayudarme a reparar mi vieja granja. El acababa de finalizar su primer día de trabajo que había sido muy duro. Su sierra eléctrica se había estropeado, lo que le había hecho perder mucho tiempo y ahora su camión se negaba arrancar. Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Una vez que llegamos , me invitó a conocer a su familia. Nos dirigíamos a la puerta de su casa y se detuvo frente a un olivo centenario. Tocó el tronco con ambas manos. Al entrar en su casa ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus pequeños hijos y dio un beso a su esposa. Su energía había cambiado completamente. Posteriormente me acompañó hasta el coche. Cuando pasamos cerca del olivo sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.
-Este es mi árbol de los problemas-contestó.
-Se que no puedo evitar tener problemas, pero no los quiero traer a casa. Así que cuando llego aquí por la noche cuelgo mis problemas en el árbol. Cuando salgo de casa por la mañana me los llevo otra vez.
-Lo curioso es-dijo sonriendo-que cuando salgo a la mañana a recogerlos, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo que he dejado la noche anterior.


1 comentario:

  1. Es un buen sistema, dejar los problemas a un lado para que no nos afecten las 24 horas del día!!!! Pero que difícil. Claro que el viejo olivo de la historia debe ser algo muy especial.

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