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jueves, 5 de septiembre de 2013

En una de tantas salidas a los arrozales cerca de nuestra casa, cogimos una serpiente y la medio atontamos (¿o matamos?).La cuestión es que la colgamos en un palo y la llevamos a casa para enseñar nuestro trofeo de caza. Mi madre estaba haciendo la siesta y nosotros entramos con la serpiente a la habitación. Se la pusimos delante mismo de su cara y dijimos orgullosos:”¡mira que serpiente hemos cazado!”.¡Casi le da algo del susto!. No volvimos a hacer nada igual..

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