Cuando
eramos pequeños, teníamos una “tata”: la
tata Hortensia. Nos quería mucho y nosotros
también a ella. Pero tenía, a veces, unas ideas un poco....podría
decir ….extravagantes. Una vez, como no recogimos los juguetes, los
cogió todos, se fue a la punta del espigón y los tiró al mar. Por
la noche, cuando no podía dormir, se levantaba y hacía limpieza
general de la casa (con todo el ruido que esto conllevaba).Pero, como
ya he dicho, la queríamos mucho y esto era porque siempre estaba ahí
para lo que la necesitáramos.
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